Esperit de la missatgeria

«Había comenzado el período de Siva el Restaurador. La restauración de todo lo que hemos perdido», Philip K. Dick, Valis.

viernes, 15 de agosto de 2014

Cine y epidemias: Vinieron de dentro de... David Cronenberg

En su ópera prima como largometraje, Vinieron de dentro de (Shivers, David Cronenberg, 1975), el director canadiense escogió la trasgresión, con una fantasía sobre lo sexual y lo dionisíaco, muy cargado de resonancias freudianas. Expuso los temores sexuales de la mentalidad conservadora, un material psicológico latente hecho fantasía visual. El tono social de Cronenberg es crítico hacia la sociedad pero sin dogmatismo ideológico. «Cronenberg no cree que su obra sea política, pero al considerarla como una fuerza que establece orden dentro del caos social, establece un vínculo con el arte, porque este está inmerso también en la estructura social» (Gorostiza , J., y Pérez, A. (2003), David Cronenberg, Madrid, Cátedra, 2003 , p. 30).
El filme está ambientado en un edificio casi autónomo y de apartamentos lujosos. Un investigador universitario ha obtenido una beca para dar con un parásito que colabore en el buen funcionamiento del organismo; sin embargo, los resultados no son los esperados, y el profesor acaba matando a una mujer y suicidándose. Mad doctor, la cosa se le ha ido de las manos y ha creado un peligroso parásito que se distribuye especialmente mediante las diversas variedades de prácticas sexuales, un dominio de eros que los parásitos estimulan hasta que posee por entero a la voluntad de la gente. Según su creador, el parásito combina el afrodisíaco con la enfermedad venérea y provocara que la existencia pase a ser una orgía interminable. Las formas de sexualidad que explora la película están claramente marcadas por la violencia, con Eros y Tánatos hermanados. Según se desprende del filme, un virus vinculado a la sexualidad exacerbada lo tiene todo para propagarse sin freno.

 Los personajes de Vinieron de dentro de… dan la impresión de tener múltiples conflictos  de relación, fieles ciudadanos del tardocapitalismo, burgueses marcados por la sexualidad y su interpretación freudiana-lacaniana. El portador del parásito lo ha adquirido en contacto con una mujer licenciosa con la cual engaña a su esposa. El hombre se comporta como un egoísta que distribuye parásitos sin preocuparse por las consecuencias de su proceder. De hecho establece una relación amical con los huéspedes que porta en sus intestinos.
El protagonista, último superviviente en el bloque de apartamentos de lujo, representaría lo apolíneo en una versión cientificista racionalista; hasta el final, intenta imponer un orden, reprimir, legislar en la selva ilimitada de las pulsiones sin que pueda contener de ninguna manera a Dionisos, lo que se plasma en esas imágenes finales, en que los vecinos, a la manera del cortejo del dios, rodean al moderno Penteo en el césped y luego acaban lanzándolo a la piscina, lo fluido por antonomasia, a una orgía en la que le transmitirán el parásito. En la conclusión del filme se escenifica el gran temor para lo apolíneo: que el superego patriarcal quede a disposición del Ello asilvestrado. En el noticiario final, se adivina la reacción para impedir la propagación, de fracaso predecible. 


La interpretación de la película como una crítica a la represión burguesa de lo sexual no exime de una alerta sobre la potencia peligrosa de esa energía primaria, tal y como apunta González-Fierro (González-Fierro, J.M., D. Cronenberg. La estética de la carne, Madrid, Nuer, 1999, p. 43). Pero para no caer en las acusaciones a Cronenberg de reaccionario (como se hizo durante mucho tiempo), no hay más que comparar este filme con el subgénero del psychokiller, el subgénero de terror por excelencia durante el reaganismo, caracterizado por la muerte invariable de aquellas parejas practicantes de sexo. En plena resaca de la liberación sexual, Vinieron de dentro de… muestra sus límites y riesgos. 

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