Esperit de la missatgeria

«Había comenzado el período de Siva el Restaurador. La restauración de todo lo que hemos perdido», Philip K. Dick, Valis.

jueves, 11 de abril de 2013

El extraño caso del pop perfecto que fracasa en las ventas. Velvet Underground (4/6)


Uno de los primeros y más logrados ejemplos del trasvase de lo underground desde la oscuridad de lo minoritario a la luz de lo público, famoso o exitoso se da en el grupo patrocinado inicialmente por Warhol, grupo que ya se asociaba a lo experimental subversivo en el propio nombre de la banda, Velvet Underground, título de una novela pulp que gustó precisamente a los componentes del grupo por explicitar la condición subterránea, ya que se consideraban a ellos mismos parte de la comunidad underground fílmica, al menos según afirma el guitarrista Sterling Morrison; concebían el rock’n’roll según el formato adocenado derivado del doo-wop, con los grupos vestidos «con bonitos trajes de conjunto» (Ignacio Julià, Feed-Back. La leyenda de los Velvet Underground). Ellos tocaban otra cosa.
En los dos primeros discos del grupo, los más experimentales, la Velvet Underground practicó un difícil equilibrio entre los polos mencionados de lo elitista / popular y lo underground / masivo. Los dos álbumes hacen gala de un espíritu contradictorio, sin decidirse en uno u otro sentido, en una tensión que despide chispas, con una viola chirriante, larga duración de las canciones o temáticas propias de la alta cultura o del underground (experimentalismo estético, juegos con los narradores de las canciones, experiencias de drogas, sexo perverso) pero también unas formas pop de una gran perfección, exhibiendo un evidente don por la melodía y un dominio magistral del formato rock y pop, destacable sobre todo en los temas cantados por Nico.
Su propuesta estética funcionan como ejemplo por antonomasia de respuesta desde el propio sistema a las necesidades cada vez mayores a finales de los sesenta de crítica social, de liberación y de autenticidad, en un grupo que aunó todos esos niveles para, paradójicamente, constituirse al mismo tiempo en todo lo contrario, al ser otra vuelta de tuerca del mismo sistema, el cual, con su necesidad de masificación promovía al mismo tiempo lo contrario de lo que representaba Velvet Underground. Es decir, que en un rizar el rizo del sistema capitalista, lo que se podría denominar el fordismo de la producción en serie y estandarizada para llegar a un público amplísimo trasladado al sector discográfico, producía un grupo que partía de postulados estéticos opuestos, de excelencia musical y crítica social radical más o menos encubierta. El trasvase de la elite experimental de vanguardia a lo popular tenía que acarrear necesariamente contradicciones.
En el caso de la Velvet se subrayó ese carácter paradójico, ya que, pese a la perfección de un producto pop casi insuperable, ejemplificaron un fracaso en la culminación de dicho producto pop: alcanzar el hit parade, que les estuvo vedado durante toda su carrera (el primer disco sólo alcanzó el puesto de ventas 171). Incluso en el momento de más apertura a lo experimental dentro del capitalismo en  su fase consumista, a finales de los sesenta, incluso entonces la radicalidad underground del grupo pop perfecto impidió que obtuvieran la reacción merecida por su calidad. Con ese fracaso quedó establecida una nueva contradicción del sistema capitalista: quedaba demostrado como en tantas otras ocasiones que no existía equivalencia entre el Mercado y la calidad, una constatación que sería desatendida en la esfera macroeconómica –evidencia rebatida por el fundamentalismo de mercado con las ruinosas consecuencias de la crisis tardocapitalista.

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