«Inútil resultaría comentar el simbolismo ginecológico y obstétrico de este hermoso mito sobre el origen de los hombres. La imagen de la Tierra recubre perfectamente la de la Madre; la antropogonía está descrita en términos de ontogenia. La formación del embrió y el alumbramiento repiten el acto grandioso del nacimiento de la humanidad, concebido como una emersión desde la más profunda Caverna matriz ctoniana. Pero, como acabamos de verlo, esta emersión se realiza bajo el signo del Espíritu; es el Sol uien, por intermedio de los Mellizos, guía y ayuda a los humanos para que alcancen la superficie de la Tierra. Abandonada a sí misma, la Vida -esto es, la obra de la primera hierogamia entre la Tierra y el Cielo- se habría mantenido por siempre al nivel de la existencia fetal. El mito zuñi nos lo dice de una manera perfectamente clara: en la más profunda de las Cavernas matrices, los humanos se comportaban como larvas; era una muchedumbre bulliciosa que se lamentaba y se injuriaba en las tinieblas. La marcha hacia la luz es homologable a la emersion del espíritu. Los Mellizos solares guían esa humanidad embrionaria hasta el umbral de la conciencia.
»Como todos los mitos, este mito es también ejemplar: es decir que sirve de ejemplo y de modelo a un gran número de actividades humanas. En efecto, no hay que imaginarse que referimos los mitos cosmogónicos y antropogónicos únicamente para satisfacer cuestiones como ésta: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? Tales mitos constituyen también ejemplos para sguir cuando se trate de crear alguna cosa, o de restaurar, de regenerar un ser humano: por cuanto para el mundo "primitivo", toda regeneración implica un retorno a los orígenes, una repetición de la cosmogonía. Nos damos cuenta del valor de estos mitos observando lo que ocurre, por ejemplo, entre los navajo: es generalmente en ocasión de ciertas ceremonias, emprendidas para curar a un enfermo o iniciar a un candidato chamán, que se cuenta el mito de la emersión de los hombres desde el seno de la Tierra, las diversas etapas de ese itinerario laborioso para alcanzar la superficie del suelo y la luz. Es decir, que los mitos del origen de los humanos gozan todavía de gran actualidad en la vida religiosa de la tribu: no se les refiere en cualquier tiempo ni de cualquier modo, sino solamente para acompalar o justificar un ritual destinado a rehacer alguna cosa (la salud, la integridad vital del enfermo) o para hacer, para crear una nueva situación espiritual (el chamán). Para devolverle la salud, se rehace en presencia del enfermo el proceso del mundo, se reactualiza la emersión de los primeros humanos desde el seno de la Tierra. Y es porque se vuelve presente y activa esta antropogonía (precedida, por lo demás, por un relato de la cosmogonía), que el enfermo vuelve a encontrar la salud: experimenta en lo íntimo de su ser el proceso primordial de emersión. En otros términos, se vuelve contemporáneo de la cosmogonía y de la antropogonía. Ese retorno al origen -en el caso presente, retorno a la Tierra Madre-, esta repetición de la cosmogonía y de la antropogonía, emprendida a fin de asegurar la curación, constituye un tipo importante de la terapéutica arcaica.»
Bona lectura de Eliade. Llegint-la, em va venir al cap que el mite zuñi també funcionaria com a mite de la creació literària, portant un món, una història, de les profunditats del no-manifestat fins al paper, tot gràcies al sol de la intel·ligència.
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