«Aquí Roithamer me resultaba otra vez presente, porque realmente estaba presente, lo veía con claridad y oía lo que decía cuando lo vi, aunque en realidad no estuviera presente, y de esa forma tenía conciencia de su presencia al contemplar sus objetos, a causa del aire que, como yo ahora, había respirado él los últimos años en la buhardilla, a causa de los pensamientos que él siempre había pensado aquí y que yo pienso ahora, a causa de toda la atmósfera de los Höller, que, para Roithamer, en los años en que se apartó de Altensam y se entregó cada vez más y, luego, de forma totalmente exclusiva a la construcción del Cono, se convirtió en costumbre, porque Roithamer me había dicho realmente a menudo que, para él, la atmósfera de los Höller y las circunstancias de la atmósfera de los Höller, el pensamiento relacionado de forma muy inmediata con la atmósfera de los Höller y con las circunstancias de la atmósfera de los Höller se habían converitdo en la única cosa necesaria y en la únicacosa necesaria importante, dondequiera que, en los últimos años, que, por una parte, lo encadenaron a Inglaterra, donde había enseñado, y a la universdad de Cambridge y, por otra, al bosque de Kobernauss, que había destinado a lugar de construcción del Cono, dondequiera que hubiera vivido en los últimos años, en Inglaterra o en Austira, en el país inglés, con gran decisión y presencia de ánimo, en el país austríaco, con gran afecto y amor, aunque también con desprecio y aversión igualmente grandes, con esa mezcla de desconfianza y decepción que siempre había sentido, en las fronteras del odio, hacia esta su patria, fronteras que había traspasado también, con mucha frecuencia, con una inteligencia desusadamente aguda, porque el hecho de que, por una parte, amaba a Austria, porque era su país de origen, era tan evidente como el hecho de que la odiaba, porque, durante toda su vida, sólo lo había maltratado y siempre, cuando necesitaba de ella, lo había rechazado, ella no dejaba que se le acercara un ser como Rothamer, seres, personas, caracteres como Roithamer no tienen en el fondo nada que hacer en un país como su y mi país natal, en un país así son incapaces de desarrollarse y tienen además, continuamente, conciencia de esa incapacidad para desarrollarse, un país así necesita hombres que no se rebelen contra la desvergüenza de un país así, contra la irresponsabilidad de un país así y de un Estado así, de un Estado que, como decía siempre Roithamer, era un peligro público y estaba en total decadencia, en el que no reinaban más que unas condiciones caóticas, si es que no las más caóticas, ese Estado tieneuna infinidad de hombres como Roithamer sobre la conciencia, una historia totalmente vil y abyecta sobre la conciencia, esa perversidad y prostitución permanentes en forma de Estado, como decía seimpre Roithamer y, por cierto, sin pasión, con la seguridad, en él innata, de un juicio que no se basaba más que en la experiencia, y Roithamer nunca había admitido otro valor que el de la experiencia, como decía siempre, cuando se había llegado al límite de la tolerancia, en relación con ese país y con ese Estado, no se podía explicar, decía, con unas palabras casuales, la vileza y la abyección y el peligro público que representaba ese Estado, sin embargo, para un análisis y un trabajo científico sobre ese tema le faltaba tiempo, porque estaba concentrado, decía, en su tema principal, las ciencias naturales y el Cono, y tampoco era él una cabeza, decía, que se agotara en ataque spolíticos, nunca se había agotado, decía en ataques políticos o políticogenerales, para eso había otras cabezas, más indicadas, esas nucas y frentes para los ataques políticos, sin embargo, decía, de vez en cuando se había visto obligado a utilizar su capacidad de juicio con respecto a su país de origen y a su Estado de nacionalidad, o sea, con respecto a Austria, ese país, el más incomprendido del mundo, ese país con el mayor grado de dificultad de la historia universal, y se exponía de vez en cuando al riesgo de expresar su opinión sobre Austria y sus austríacos, sobre ese Estado arruinado como ningún otro, sobre ese pueblo arruinado como ningún otro, en el que, además de las deficiencias mentales en él innatas, decía, no quedaba más que hipocresía y, por cierto, hipocresía en todas las esferas posibles del Estado y de la política nacional, éste, en otro tiempo, corazón de Europa no era, según Roithamer, más que un resto de liquidación de la historia intelectual y cultural, una mercancía estatal no vendida, sobre la que el ciudadano no tiene más que una segunda o una tercera o una cuarta o, en cualquier caso, nada más que una última opción, ya sus primeros años habían hecho comprender a Roithamer, como me habían hecho comprender a mí, la imposibilidad de crecer y desarrollarse en este Estado y en este país, cualesquiera que fueran los auspicios, este país y este Estado, así Roithamer, no son nada para el desarrollo de un intelectual, aquí todos los indicios de fortaleza intelectual se convierten enseguida en todos los indicios de debilidad intelectual, aquí todos los esfuerzos por avanzar, prosperar y progresar son inútiles, por todas partes, a dondequiera que se dirigen los ojos o la inteligencia o los esfuerzos, no se ve más que el hundimiento de todos los esfuerzos por avanzar, prosperar y progresar aquí, por desarrollarse, el hombre austríaco, ya en el momento de su nacimiento, es un hombre fracasado y debe comprender claramente, decía, que tendrá que renunciar a sí mismo si se queda en este país y en este Estado, cualesquiera que sean los auspicios, debe decidir si quiere, quedándose ahí, perecer, envejeciendo fatigosamente y sin llegar a nada, perecer en su propio Estado y en su propio país, presenciar con los ojos abiertos, en su propia mente y en su propio cuerpo, ese terrible proceso de extinción, si quiere aceptar un desarrollo descendente durante toda su vida, quedándose en este Estado y en este país, o si quiere irse y marcharse tan pronto como pueda y, mediante ese pronto irse y marcharse en lo posible, salvarse, salvar su inteligencia, salvar su personaliad y salvar su naturaleza, proque, si no se marcha, así Roithamer, perecerá en este país, y si no es un hombre vil, se convertirá en este país y en este Estado en un hombre vil, y si no es de naturaleza abyecta ni infame, se convertirá en este país y en este Estado en un ser de naturaleza vil y abyecta y en una criatura vil y abyecta, y por eso hace falta, desde el principio mismo, desde los primeros momentos del pensamiento, salvarse de este país y de este Estado y, cuanto antes vuelva la espalda a este país y a este Estado un hombre con facultades intelectuales, tanto mejor, un hombre así tiene que decirse que hay que huir, dejar atrás todo lo que este Estado, lo que constituye este país, irse a cualquier parte, aunque sea al fin del mundo, no quedarse en ningún caso donde nada puede esperar y, si puede, sólo lo más miserable y lo que destruye la inteligencia y lo que vacía la cabeza y lo que obligará continuamente a la mezquindad y la vileza, y que, aquí, todo lo aplasta continuamente, lo denigra y lo niega contimuamente, y que aquí, en su país austríaco, estará expuesto siemrpre a una vil incomprensión y una vil calumnia y, por tanto, a la decadencia y, por tanto, a la muerte, y, por tanto, a la aniquilación de su existencia.»
Aleluya!, va dir ell. La entrada més difícil de completar de tot el blog.
Al costat de les frases-riu de Bernhard, Proust sembla un sintètic escriptor de realisme brut americà.
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