Que exista una atracción por lo espiritual no implica un desinterés por la materia, más bien al contrario, sólo que sobre ella no se proyecta una mirada romántico-sentimental ni científico-analítica sino la ya mencionada simplemente contemplativa, sin connotaciones, tal y como propugna el zen o el vedanta que tanto atraen a Viola; un ejemplo de lo anterior entre muchos otros sería toda la secuencia en que una nube de moscas devora carroña de búfalo. Eso sí, aunque la mirada proyectada no sea sentimental, el espacio contemplativo creado si puede generar una emoción al percatarse el observador de estar viendo en acción las fuerzas primigenias de la vida.
A ese ánimo contemplativo contribuyen los lentos movimientos de aproximación de la cámara, recurso éste ya utilizado por cineastas con intereses espirituales como Tarkovski. Gracias a ellos se logra crear un espacio que facilita la meditación. Muchas de esas aproximaciones se efectúan hacia diversos ojos de animales –¿tal vez por tratarse del espejo del alma? En su libro de reflexiones Viola escribió lo siguiente sobre esta cuestión: «It is through this black [de la pupila del ojo] that we confront the gaze of an animal, partly with fear, with curiosity, with familiarity, with mystery. We see ourselves in its eyes while sensing the irreconcilable otherness of an intelligence ordered around a world we can share in body but not in mind» (Bill Viola, Reasons for Knocking at an Empty House. Writings 1973-1994, p. 143).
Entre estas imágenes de ojos, destaca especialmente una, impresionante, en que se acerca a los de un búho (o lechuza) hasta su pupila agigantada, en la que vemos reflejada la cámara y al artista grabándolo.
¿Quién mira a quién? ¿Entraría dentro del concepto de mirada escópica? Artista dentro de la obra, en un loop infinito, que obliga a revisar las imágenes que el espectador ha visto en el primer tercio del metraje. ¿El ser humano ha mirado al animal o ha sido a la inversa? ¿Existe realmente la separación entre el sujeto y el objeto, entre el ego y lo otro? Visto desde la clave simbólica de la energía vital, no. Y otra cuestión derivada: los animales, lo Otro, también nos miran; la vida nos está contemplando. El video-artista muestra un interés constante por atrapar los reflejos, acaso una cita a Platón y su concepción del arte y de los niveles de realidad. Con ese recurso, además, ¿pretendía citar al estudio de Foucault sobre las Meninas? Quién sabe, teniendo en cuenta lo mucho que le gusta el barroco a Viola, y es que en su vórtice de referencias manifiesta especial predilección por esa época.
Con todo, el video-artista no emplea únicamente símbolos sino que también se apropia de alegorías, como también hicieron sus admirados barrocos, entendiendo símbolo y alegoría, según se indicó al principio del comentario, a la manera de pensarlos de Walter Benjamín. Como buen barroco, añade imágenes de fuerte contenido emblemático, como ese bonsái dentro de un vaso de agua, aparecido tras disolverse un efecto de efervescencia. ¿El árbol cósmico en el limitado cosmos físico?
Otra imagen que se repite y que sirve para crear un ritmo interno y una progresión es la de un huevo, primero entero, minutos después quebrándose la cáscara, nuevo mundo que ve la luz:
Y aún otra repetida con idéntico propósito rítmico es la de un caracol que abandona un pequeño barco ornamental chapado en oro mientras se escucha ruido de tráfico; obviamente no es necesario ralentizar la imagen. ¿Tránsito a otra realidad? La imagen ya se había visto antes, aunque sin la salida del caracol. Muchos de los símbolos y alegorías se repiten durante todo el metraje, trazando vínculos y otorgando unidad a la obra y contenido al discurso.
En I do not know it is I am like se cita a las obras barrocas o a los emblemas pero con ese cambio significativo de la inclusión del movimiento. Se ofrecen diversas naturalezas muertas con un cambio significativo respecto a las obras barrocas, y es que un personaje interviene, aparecen sus manos que desmigajan el pan de la naturaleza muerta, que cortan un pescado, motivo más recurrente de la obra, o que se lo comen; doble fantasmagórico del espectador interviniendo en el plano, aunque en realidad se trata de otro grado más en la ilusión del arte visual.
Para concluir, si como símbolo se hace mención a la muerte en el sentido de cierre del ciclo vital del individuo y como espejismo en lo colectivo, también en lo alegórico se alude a ella. ¿Y cómo no iba a citarse en una obra con tantas correspondencias con el barroco? Como en tantas obras del XVII, hay en I do not know it is I am like una similar atracción hacia el misterio de la muerte, y no sólo como concepto sino como rastro material. De ahí los esqueletos, calaveras, cuerpos en descomposición o raspas que se muestran en la video-obra, o de cómo contemplar el paso de pez a pescado para contemplar el ciclo vital. Y todo lo que no sea ese tránsito deviene vanitas.
A ese ánimo contemplativo contribuyen los lentos movimientos de aproximación de la cámara, recurso éste ya utilizado por cineastas con intereses espirituales como Tarkovski. Gracias a ellos se logra crear un espacio que facilita la meditación. Muchas de esas aproximaciones se efectúan hacia diversos ojos de animales –¿tal vez por tratarse del espejo del alma? En su libro de reflexiones Viola escribió lo siguiente sobre esta cuestión: «It is through this black [de la pupila del ojo] that we confront the gaze of an animal, partly with fear, with curiosity, with familiarity, with mystery. We see ourselves in its eyes while sensing the irreconcilable otherness of an intelligence ordered around a world we can share in body but not in mind» (Bill Viola, Reasons for Knocking at an Empty House. Writings 1973-1994, p. 143).
Entre estas imágenes de ojos, destaca especialmente una, impresionante, en que se acerca a los de un búho (o lechuza) hasta su pupila agigantada, en la que vemos reflejada la cámara y al artista grabándolo.
¿Quién mira a quién? ¿Entraría dentro del concepto de mirada escópica? Artista dentro de la obra, en un loop infinito, que obliga a revisar las imágenes que el espectador ha visto en el primer tercio del metraje. ¿El ser humano ha mirado al animal o ha sido a la inversa? ¿Existe realmente la separación entre el sujeto y el objeto, entre el ego y lo otro? Visto desde la clave simbólica de la energía vital, no. Y otra cuestión derivada: los animales, lo Otro, también nos miran; la vida nos está contemplando. El video-artista muestra un interés constante por atrapar los reflejos, acaso una cita a Platón y su concepción del arte y de los niveles de realidad. Con ese recurso, además, ¿pretendía citar al estudio de Foucault sobre las Meninas? Quién sabe, teniendo en cuenta lo mucho que le gusta el barroco a Viola, y es que en su vórtice de referencias manifiesta especial predilección por esa época.
Con todo, el video-artista no emplea únicamente símbolos sino que también se apropia de alegorías, como también hicieron sus admirados barrocos, entendiendo símbolo y alegoría, según se indicó al principio del comentario, a la manera de pensarlos de Walter Benjamín. Como buen barroco, añade imágenes de fuerte contenido emblemático, como ese bonsái dentro de un vaso de agua, aparecido tras disolverse un efecto de efervescencia. ¿El árbol cósmico en el limitado cosmos físico?
Otra imagen que se repite y que sirve para crear un ritmo interno y una progresión es la de un huevo, primero entero, minutos después quebrándose la cáscara, nuevo mundo que ve la luz:
Y aún otra repetida con idéntico propósito rítmico es la de un caracol que abandona un pequeño barco ornamental chapado en oro mientras se escucha ruido de tráfico; obviamente no es necesario ralentizar la imagen. ¿Tránsito a otra realidad? La imagen ya se había visto antes, aunque sin la salida del caracol. Muchos de los símbolos y alegorías se repiten durante todo el metraje, trazando vínculos y otorgando unidad a la obra y contenido al discurso.
En I do not know it is I am like se cita a las obras barrocas o a los emblemas pero con ese cambio significativo de la inclusión del movimiento. Se ofrecen diversas naturalezas muertas con un cambio significativo respecto a las obras barrocas, y es que un personaje interviene, aparecen sus manos que desmigajan el pan de la naturaleza muerta, que cortan un pescado, motivo más recurrente de la obra, o que se lo comen; doble fantasmagórico del espectador interviniendo en el plano, aunque en realidad se trata de otro grado más en la ilusión del arte visual.
Para concluir, si como símbolo se hace mención a la muerte en el sentido de cierre del ciclo vital del individuo y como espejismo en lo colectivo, también en lo alegórico se alude a ella. ¿Y cómo no iba a citarse en una obra con tantas correspondencias con el barroco? Como en tantas obras del XVII, hay en I do not know it is I am like una similar atracción hacia el misterio de la muerte, y no sólo como concepto sino como rastro material. De ahí los esqueletos, calaveras, cuerpos en descomposición o raspas que se muestran en la video-obra, o de cómo contemplar el paso de pez a pescado para contemplar el ciclo vital. Y todo lo que no sea ese tránsito deviene vanitas.
4 comentarios:
Nadie como Viola para mostrar el paso de la vida a la muerte en imágenes y al revés ¿Has visto el proyecto océano sin orillas?
Buff, fantástico!!!
@ Elena
Lo he visto pero no instalado, con lo cual es como si no hubiera visto nada. A ver si alguna institución se anima a realizar una gran retrospectiva sobre Viola.
Salut!
@ Iván
Como camarada comulgante del Tarkovskismo te animo a adentrate en el universo Viola.
Diferentes lenguajes pero propósitos similares.
Salut!
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