Las megalópolis que aparecen en el cine de la posmodernidad están
fragmentadas por sectores y clases sociales. La relación entre zonas de una
clase y otra se sostiene incluso con estrategias y medios militares, como en
los procesos de aburguesamiento de barrios de clases bajas, en que se va
ocupando poco a poco el espacio con el avance de unos pocos que sirven de
exploradores tanteando el terreno, comprando a precios de saldo las casas y
aburguesando la zona progresivamente para que suba el valor de los inmuebles,
origen de pelotazos urbanísticos.
La ordenación sigue un esquema vertical. En la lluviosa urbe de Blade Runner los niveles sociales están
claramente estratificados entre el suelo de la multitudinaria plebe que vive
entre tinieblas y violencia, a la que hay que reprimir, la clase media de los
protectores del sistema, empleados a su servicio, como el blade runner protagonista o el constructor de replicantes
Sebastián, para alcanzar finalmente la cúspide en la que se halla la dirección
de la corporación Tyrrell, la fabricante de los perfeccionados robots. Allí se
aposentan los grandes señores, como el demiurgo de Blade Runner. Tyrrell es el logos,
el raciocinio que gobierna en la cúspide de la pirámide, gran ojo del
conocimiento que todo lo ve en simbología masónica, a la que tanto le gusta el
arte egipcio.
la decoración del despacho de Tyrrell en la cúspide de la pirámide se
nutre de una estética imitadora del arte egipcio, sugiriendo tanto el poder
vertical de los faraones como el esotérico conocimiento de técnicas de
inmortalidad asociadas tradicionalmente a la religión egipcia, con sus momias y
estatuas animadas. Los replicantes serían como las estatuas que custodiaban los
templos y que estaban dotados de alma. En el santuario, Deckard descubre que la
trabajadora de la Tyrrell, Rachel, es otro replicante. En lo más alto de la
cúspide únicamente hay sitio para un humano: el todopoderoso jefe de la corporación.
«The neo-Mayan architecture of the corporate buildings suggests human
sacrifice for the capitalist god, and Tyrell is indeed depicted as something of
a divine patriarch» (Alien zone)
Pero debajo de los unos y de los otros hay un subterráneo en el que se
forman clubs de la lucha, formas de liberar la energía reprimida en el universo
liberal de trabajos precarios y jerarquía claramente delimitadas y
bipolarizadas. El club se ofrece como una forma de igualación y de expresión de
la individualidad, aunque sea a trompazos. Existe mucha energía acumulada que
no puede manifestarse en el teatro social por encima del subterráneo liberador.
La estructuración vertical junto al cruce de lenguas del Los Ángeles y de
culturas remite al mito de la Torre de Babel; también, aunque no tan evidente,
en que en la construcción se tornan concreciones, se cosifican y objetualizan,
todos los saberes humanos, en especial los técnicos: la torre de la corporación
Tyrrell es la de los técnicos que han permitido elevarla tantos metros por
encima del suelo. No obstante, se constata una diferencia fundamental respecto
al episodio bíblico: mientras que la posmoderna torre está concluida, en la
bíblica el irascible Yahveh ejerció de urbanista iconoclasta, arquetipo de Bin
Laden, y la demolió.
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