L'home del rifle... N'eren conscients del missatge subliminal que hi havia en aquesta publicitat? Un altre cas d'un massa llest (el creatiu que ho va disposar voluntariament) i uns quants cecs a l'evidència.
Afegeixo el conjunt escultòric de composició incerta dels Tiranicides Harmodi i Aristogitó, model de la parella d'amants lluitadors, un madur (representat amb barba) i l'altre jove, aprenent i amant del primer.
Esperit de la missatgeria
«Había comenzado el período de Siva el Restaurador. La restauración de todo lo que hemos perdido», Philip K. Dick, Valis.
lunes, 25 de febrero de 2013
sábado, 23 de febrero de 2013
Detroit com a símptoma
Una entrada al blog-submarí de Àngel i un article a Jotdown sobre l'agonia de Detroit m'han fet pensar en una cosa que vaig escriure fa temps sobre l'influència de Kraftwerk al techno de Detroit, i que pujo parcialment:
El vínculo con Kraftwerk tenía que ser aún más estrecho en una música
creada en Detroit que en la de Nueva York. La ciudad más industrial de los
Estados Unidos, lugar de nacimiento de la cadena de montaje o centro del
automóvil estadounidense, tenía que fomentar la música para perfectos robots. Y
eso que ya se encontraba en una fase de crisis, en buena medida debido a las
políticas neoliberales, con las empresas del automóvil despidiendo a multitud
de trabajadores, en una fase de transición entre la economía productiva y la
financiera, mucho menos problemática socialmente. De esa manera Detroit tomó el
testigo de los otros núcleos industriales
del mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial, Alemania y Japón (Kraftwerk,
Yellow Magic Orchestra), en la creación de una música adecuada para ese
contexto cultural de alta industrialización.
El análisis del contexto social en que se desarrolló el techno (y las
otras corrientes analizadas) no resulta caprichoso puesto que la mayor
degradación de los barrios, a esas alturas ya guetos, marcan también la
evolución del techno inicial; las fantasías futuristas aún equidistantes entre
lo utópico y lo distópico, en la línea Kraftwerk, en las cuales la tecnología
facilitaba idílicas postales de un futuro con cohetes surcando los cielos de
las ciudades y los robots desempeñando las más agotadoras tareas, por otra
línea de sonido y discurso más duro, fantástico pero presentando postales
distópicas del porvenir, con el poder político o corporativo controlando a la
población, y grupos de disidentes que se les enfrentan.
Uno de los lugares de los Estados Unidos fue precisamente Detroit. El
desmantelamiento de la economía productiva tenía que afectar obligatoriamente
al corazón industrial del país. En Detroit cada vez más personas perdían sus
trabajos y sufrían para encontrar otros en los que emplearse. Además, los
jóvenes veían como sus posibilidades se iban reduciendo, de ahí que la nueva
música que creaban (con sus ruiditos de juego arcade o de procesos informáticos
incorporados) presentara una atmósfera oscura, turbia, peligrosa, a sumar al
ritmo frenético aunque sin dirección, pura energía encerrada en bucles
potencialmente eternos. Expresaban un desasosiego existencial, equivalente al
del tech-noir, el género narrativo y
cinematográfico que unía lo cibernético con la serie negra, como en Blade Runner, película de Ridley Scott y
relato de Phillip K. Dick que marcaron hondamente a los primeros creadores de
techno.
Se trata de un mundo cercano a la corriente literaria del ciberpunk,
heredero del escritor Philip K. Dick y con el también escritor William Gibson
como máximo exponente; por su parte, la concreción de ese universo se despliega
en las películas de animación como Akira
o Ghost in the shell. Con todo, y
pese a que el futurismo de Kraftwerk tuviera un componente optimista sin dejar
de ser irónico, en el caldo de cultivo contracultural ya existía ese otro futurismo distópico, cuyo
gurú sería sin duda el escritor William Burroughs, aunque ese subgénero más
extremo se aproximaría más a la estética de Can, por ejemplo en Tago Mago o en Future Days.
Las drogas y la música servían para escapar del hundimiento industrial
fruto de la crisis energética, la acumulación excesiva de stocks y el inicio de la deslocalización efectuado por las
políticas reaganianas, una nueva ideología que chocaba frontalmente con los
intereses de las clases bajas y del proletariado. Los jóvenes de los suburbios
sufrían un durísimo presente y les aguardaba un futuro negrísimo, por lo que la
subcultura electrónica de club se presentaba como una de las pocas alegrías de
su existencia –una cultura de club por otra parte plenamente insertada en el
capitalismo, de ahí su éxito tan prolongado–. Como en el caso del electro, la
música de los cuatro teutones se reveló en realidad perfectamente adaptada a
las vivencias del gueto o de los suburbios. El neoliberalismo tecnocrático
gozará del dudoso honor de haber sido el sistema político con una mayor lista
de damnificados.
Tan importante para fijar un modelo sonoro de electrónica total, como
proponía Kraftwerk, fue el precio cada vez más barato de la tecnología
necesaria como para obtener la sonoridad requerida. Eso facilitó que muchos
jóvenes con pocos recursos pudieran comprar sintetizadores, ordenadores y
programas a un precio que podían pagar o en el mercado de segunda mano. En
consecuencia, se podía producir música de síntesis producida en las barriadas
con las que copar el mercado pop, el circuito más underground o para las pistas de baile de las discotecas.
La situación contextual descrita estaba presente en los creadores o
grupos de techno más duro y contestatario como Underground Resistance, en el
que destaca la presencia de la gran figura de este estilo: Jeff Mills. Si en la
parte textual y en la concepción sonora remitían a una estética distópica
cercana al ciberpunk, en la faceta puramente sonora seguían las pautas del
techno de Detroit genuino: depuración completa de cualquier elemento decorativo
accesorio, en un minimalismo en el que se notan trazas del concepto musical de
Steve Reich o de Terry Riley, burbujeantes loops
cruzando los breves temas repetidos como ondas concéntricas en expansión, y
secuencias repetidas completamente intercambiables, cuyos cambios delimitan la
dirección que sigue el tema, su evolución, un concepto basado en las sesiones
del discjockey, poniendo a su disposición piezas intercambiables a modular y
yuxtaponer según su criterio durante la sesión.
De esta manera, el sonido de Detroit mezclaba el groove del funky de
George Clinton (Funkadelic, Parliament) con el ritmo secuenciado, repetitivo,
industrial, de los alemanes. De la Motown a Jeff Mills. Y con ello Detroit
volvía a ofrecer un modelo musical que traducía el contexto social, cada vez
más comprensible en otros lugares del planeta a medida que los diversos
gobiernos aplicaban las políticas del binomio trágico Friedman-Reagan. Casi más
gracias a ellos dos que a Kraftwerk o a Jeff Mills, el techno llegó a convertirse
en banda sonora de la vida en el tardocapitalismo.
martes, 12 de febrero de 2013
Cal enraonar?
Investigar si en els orígens
del llenguatge hi ha una relació directa amb la natura o mai es produeix, i per
tant llengua representativa i realitat són sempre dos fenòmens sense connexió,
excedeix les nostres possibilitats. En aquest sentit, l’atac al nominalisme
de Wittgenstein va constituir un cert retorn a valorar de la llengua els seus
usos, al considerar-la un discurs amb eines que menen cap a l’acció, eludint
d’aquesta manera cert conceptualisme. Un tret característic de Wittgenstein rau
en el seu gust pels casos, per allò particular, fugint d’especulacions generals
que pequen d’abstracció per a guanyar grau de funció instrumental.
Les llengües conceptualitzen,
reuneixen les diferències sota el paraigües d’una paraula que engloba i redueix
d’una manera inevitable. Per consens dels parlants, la rosa que no és la rosa
serveix per anomenar tots aquells objectes que tenen una aparença similar, amb
la complexitat derivada de la gran varietat de criteris subjectius (els famosos
exemples posats per Wittgenstein de l’ús de la llengua per nens) que s’han de
posar d’acord, deduint que en impressions individuals hi ha una mateixa idea. A
més, s’han de posar d’acord segons unes
normes completament arbitràries i convencionals, generades per els
especialistes, els tècnics d’aquesta branca, que separen el bon ús dels
dolents. El llenguatge no es circumscriu a les coses en sí sinó a les persones,
a les comunitats, a les relacions entre els seus membres i a les pautes que
s’autoimposen.
Ou còsmic amb el Gènesi escrit, al Museu de Jerusalem |
S’apuntava fa dies que cada
llengua determina una manera de veure el món, però matisant que aquesta manera
està determinada per superposicions de tota mena seguint criteris i interessos
ideològics. No només la llengua determina la societat sinó que la societat
determina la llengua. S’enraona, però s’enraona de formes molt variades i al
mateix temps seguint uns prejudicis socials. Quan s’enraona sense tenir present
els casos particulars, es generalitza i es tendeix cap a un conceptualisme que
pot tenir conseqüències funestes.
En aquest sentit, l’atenció
cap allò sensible i l’obertura dels pictogrames, sempre permeables a la
combinació i al sentit múltiple segons casos, permeten una relació molt més
poètica, polisèmica, amb la llengua. La poesia de la llengua com a manera
d’oposar-se a la conceptualització de la llengua. D’aquí l’experiència sensible
que transmet ja en la seva vessant cal·ligràfica, una experiència carregada de
densitat, sensual, lluny d’un idealisme conceptualista.
Potser cal un nous esforç per
a realitzar un efecte desil·lusionador sobre les abstraccions i la raó igual al
ja fet sobre el nominalisme i les paraules, un esforç ja proposat per
Nietzsche, amb el seu característic temperament transgressor i a contrapèl. De
la mateixa manera que el nom no és l’objecte (almenys en les llengües
desencantades, aquelles no emprades per allò sagrat), l’abstracció que se’n
derivi, el producte de la raó, tampoc ho és.
Potser hauríem d’enraonar més,
però les experiències del segle XX aconsellen precaució amb aquest desig. El
més gran horror de la historia humana coneguda es va regir per criteris d’una
gran lògica industrial duts a terme per uns tecnòcrates que creien ser la
culminació de l’evolució, superhomes dins de la cultura més exquisida del
moment. Però es que en la derrota d’aquests bàrbars contra altres homes de raó,
els seus rivals liberals i comunistes es van caracteritzar igualment per la
vilesa més gran, amb bombardeigs indiscriminats de ciutats, matant centenars de
milers sinó milions de civils. Això per no portar al record gulags i camps de
concentració cambotjans, aplicadors d’un sistema que es considerava
perfectament raonable. Després d’Auschwitz, però també d’Hiroshima o Dresde, de
la guerra de trinxeres i dels atacs químics, de Stalin o Pol Pot, o, per a ser
més actuals, d’una contrarevolució conservadora que prima l’egoisme personal i
de grup d’elit sobre el conjunt social, els ideals de progrés ja no és que
hagin de posar-se en quarantena, és que han de manipular-se amb vestuari de
protecció radioactiva.
Per a contraposar-los, la
proposta de Wittgenstein, de reflexionar sobre la llengua (i per tant sobre la
raó) des d’uns criteris concrets, analitzant les funcions i tenint present els
casos, sembla una proposta molt recomanable; assenyada, fins i tot. Una vacuna
davant els perills de la generalització abstracta.
Per concloure, cal afegir un
nova matisació: de la mateixa manera que la crítica a un sentit ingenu de la
llengua no implicava la negació a la feina dels lingüistes (només faltaria), la
crítica a un conceptualisme jutjat excessiu, a un racionalisme deslligat dels
particularismes, tampoc implica que es recomani l’irracionalisme eixelebrat,
sinó en cada cas prendre consciència dels processos, dels límits, i de les
zones opaques en l’anàlisi d’allò existent.
sábado, 9 de febrero de 2013
El cos de la llengua
Com diu Fenollosa a Los carácteres de la escritura china como medio poético, assaig sobre la cal·ligrafia xinesa: «El hecho es que casi todas las palabras escritas del chino pertenecen a
esta categoría de palabras subyacentes, palabras que de ninguna manera son
abstractas (...) no se trata de algo que no es ni un sustantivo ni un verbo ni
un adjetivo, sino de algo que es todos a la vez y siempre. El uso puede
inclinar el significado un poco unas veces en una dirección, luego en otra, de
acuerdo con el punto de vista, pero en todos los casos el poeta es libre de
manipular ese significado concretamente y con exuberancia como lo hace la
naturaleza» (p. 36).
Una altra característica
significativa és la capacitat del pictograma per a transmetre la idea de
moviment, i amb ella la de vida. Això s’aconsegueix unint dos pictogrames en un
tercer, com per exemple en l’home aixecant-se i tombat poc després: aquest
pictograma significa la mort: de la vida a la mort, d’home aixecat a la dreta a
home tombat a l’esquerra. És curiosament la qualitat concreta del pictograma
com a fet natural, així com el moviment obtingut, allò que permet fer el salt
cap a la intuïció poètica, expressar l’invisible poètic, conceptual o
espiritual a partir del visible —o, en altres exemples, anar del bosc amb pluja
fins a la solitud, o bé la paraula descans convertida en un home recolzat en un
arbre, relacionant el fet natural amb els traços del pictograma, i aquest amb
el sentiment.
Cada pictograma està carregat amb cents de variants de significat
depenent dels altres elements que l’acompanyen. Això permet una llengua escrita
alhora més viva, poètica i sobretot molt més concreta, una capacitat per tornar
plàstic, visual, el seu contingut, per a tenir un cos físic gairebé
aprehensible a més de la idea continguda, tornant les abstraccions corpòries. Aporten
així un dinamisme, un energia, que evoca el caràcter sagrat d’aquests signes als
seus inicis.
Però no només els pictogrames
mantenen aquesta substancialització de la paraula que aporta un nou grau de
complexitat en la relació entre les paraules i les coses. La teoria del so dins
la cultura vedàntica de l’Índia parla de densificacions de sons fins a la
objectualització en cosa. Segons aquesta teoria el sons de l’alfabet sil·làbic
sànscrit estarien en l’origen de l’univers. Per al seu sistema, doncs, sí que existeix
vincle entre so, paraula i cosa, però no parteixen del concepte sinó d’una mena
d’energia en diversos graus de materialització, d’uns més subtils (ànima) fins
a d’altres més densos (la matèria física). Els vedantins creuen que els mantres
en sànscrit poden operar efectivament sobre la matèria degut a que comparteixen
substància, i no per correspondència entre abstracció, so i objecte, com fa el
nominalisme. Aquesta noció manté sempre un component sensible, encara que la
substància a la que es refereixen no pertanyi a la matèria física.
Degut a aquests exemples pot
ser molt útil ampliar la teoria del llenguatge no basant-la excessivament en
les llengües vernacles europees (àmbit cultural de procedència de la majoria
d’investigadors) i el seu ús d’abecedaris i alfabets. De cara a la present argumentació
no interessa tant si les teories del llenguatge derivades dels pictogrames o
del vedanta són certes o quimèriques sinó l’amplitud de mires proposada i a la
vegada pensar la qüestió en uns termes més vinculats a allò sensible, menys
conceptuals.
viernes, 8 de febrero de 2013
La cuina de la llengua
Certament en cada llengua hi
ressonen segles d’història,
ara bé, quins processos expliquen que una variant dialectal passi a
constituir-se com llengua dominant, quin paper juguen els dialectes de
transició, d’on parteixen les normes que fixen un estàndard, per quines raons
s’eliminen moltes altres variants? I sobretot, quins són els interessos que han
triat què és què, quin criteri han utilitzat per a les seves eleccions? El cas
de les llengües derivades del llatí resulta paradigmàtic: on s’establien les
fronteres entre àmbits idiomàtics?, qui les marcava?, quins criteris regien les
seves decisions?

No són les llengües les que
defineixen estats sinó, a la inversa, són les fronteres estatals o interessos
socio-econòmics les que marquen les que influeixen decisivament en les fronteres
idiomàtiques (i dialectes, encara més si se’ls considera un patuès) allunyant-los d’un suposat punt d’estudi
imparcial, «científic», des del qual arribar a una d’altra banda impossible exactitud
ideal de la valoració, per expressar-ho en termes wittgenstenians.
Al segle XIV ja sabien que el
que vulgar que es parlava a Barcelona, a Madrid, a Montpellier i a París no era
el mateix idioma. Ara bé, quines característiques tenia cadascuna de les
llengües i on establir els marges? No es podia fer-ho perquè la relació entre
els parlants era fluida, i resultava complicat establir les diferències entre
el que parlava un murcià i un alacantí, entre un de Barbastre, un dels Baix
Cinca o un d’Osca, amb la gran munió de dialectes de transició barrejant el
magma dels diversos vulgars. Per això va caldre l’esforç uniformitzador d’un
grup d’intel·lectuals que concebés les diferències, una elit que influís per
tal d’establir grups tancats, a més de la participació d’eixerits homes de
negoci olorant-se més guanys o menys depenent de la diversitat de parles,
segons els usos de la impremta, que preferia les llengües vernacles amb mercats
tancats abans que el llatí elitista. Comença la història dels dialectes, del
menyspreament cap al patuès, de qualsevol manera de ridiculitzar una llengua
que no disposés d’una Acadèmia o un grup d’intel·lectuals suficientment
prestigiosos que la defensin. I quan la institució s’implanta, comença l’època
en que s’imposen bons i mals usos, per a donar esplendor evitant els
barbarismes.
Va ser necessària la
constitució d’una llengua estàndard per les acadèmies (i abans pels
impressors), intuint els intel·lectuals que en formaven part que les llengües
amb la població alfabetitzada i amb una versió estàndard evolucionen i es
fragmenten molt menys,
a més de servir per l’anivellament entre els seus parlants –com saben dolorosament
bé les llengües subordinades per altres dominants–. Ara bé, l’establiment d’un
estàndard arrabassa la capacitat de constituir-se en llengua a moltes altres
variants populars, amb unes llengües molt més riques quan no existia l’impuls
d’uns interessos econòmics que posessin pressió per a imprimir els seus
llibres, triant les llengües vernacles perquè asseguraven millor rendiment.
Es pot acusar que aquesta
descripció del procés idiomàtic està molt bé si se la trasllada al segle XII,
però que segons la nostra cronologia ara mateix ja hem entrat al segle XXI, amb
uns idiomes consolidats, el que resulta parcialment correcte; probablement les
llengües, amb un paper més autocrític dels acadèmics, i sense les seves
introduccions de dosis periòdiques d’artificialitat sintàctica, lèxica,
estenent el concepte indefinible i autorreferent del bon parlar, acabarien
derivant cap a la mateixa situació que al segle XII, és a dir, cap a un magma
en que seria impossible traçar fronteres. Són les cicatrius polítiques les que
les estableixen, i no una característica intrínseca al llenguatge. La situació present no resulta la dels
orígens, clar, però veure l’arbitrarietat de la gestació i els conceptes i
interessos que s’han anat superposant pot ajudar a fonamentar el punt de mira.
D’aquesta manera, i si és
cert, com ho és, que cada llengua conforma una manera de veure el món (el famós
exemple del blanc i els esquimals), també ho és que aquesta conclusió en una
parla processada ha limitat les possibilitats i definit unes grans
construccions idiomàtiques seguint criteris parcials i un entramat d’interessos,
malgrat presentar-se el procés com una cosa natural, gairebé com la floració a
la primavera; molt probablement, sense aquest ànim fixador i conceptualista
existirien moltes més variants de català, de castellà o d’indi hopi. Cada
llengua presenta un marc de pensament, però potser seria molt instructiu establir-ne
els orígens ja que molts dels constructes i dels mites del present parteixen no
d’un parnàs de la il·lustració, rigor i claredat intel·lectual, sinó des d’una
base de fang creada per comerciants, militars i experts escaladors en la
jerarquia socials –anomenats col·loquialment trepes–. A alguns membres
d’aquests grups les comunitats imaginades nacionals acaben anomenant-los pares
de la nació o de la constitució –afortunadament, no tots els pares de les
nacions ho són, tampoc cal caure en les generalitzacions.
L’objectiu de la crítica
anterior no és impedir la feina dels gramàtics creant llengües estàndard ni
dels intel·lectuals que desenvolupen la seva feina identificats amb un idioma,
pres com a tret nacional; al contrari, la seva feina és en el cas de les
llengües subordinades gairebé inevitable, encaixats en un entorn on idiomes
dominants utilitzen aquests recursos per a subordinar altres llengües i
dialectes. Ara bé, hauria de quedar ben bé a la vista la seva intervenció, quin
és el grau de construcció social en l’idioma, com allò pres com de naixement
espontani i arrelat en tradicions ancestrals en realitat és gairebé flamant
invenció i fruit d’una voluntat planificadora, cosa que no ha de ser dolenta per se, malgrat que facin recelar molts
casos en que es vol donar gat per llebre.
viernes, 1 de febrero de 2013
Un apunt heideggerià
Un tòpic generalitzat afirma que la tecnologia no és bona o dolenta sinó que és l’ús el que és bo o dolent. Un pensament erroni que porta a conflictes no ben entesos.
Cada nou enginy tecnològic deriva en un tipus d’humanitat diferent. No actua de la mateixa manera una col·lectivitat que disposa de vehicles de tracció mecànica que qui no en disposa –queda limitat el seu accés als llocs i la rapidesa en la resposta–; tampoc és igual qui està submergit en plena societat de l’espectacle i la seva proliferació de pantalles i el que no, o no ha canviat la televisió fins i tot la distribució interna del mobiliari a les cases? Un fenomen que s'està repetint amb Internet. I si reculem a l'origen d'aquesta tecnologia de la informació, la matriarca impremta, trobem que com ja va quedar apuntat per Benedict Anderson, aquesta màquina es trobava a les arrels dels nacionalismes, tant dels dominants com dels subordinats, al preferir les llengües vernacles per raons de mercat.
La tecnologia no és innocua, ben al contrari, i no és l'ús el que la determina. O per a què serveix una pistola com a eina, sinó és per a ferir o matar?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)