Si hay un director que ha estructurado sus
películas formando cintas de Möbius ha sido David Lynch, especialmente a partir
de Carretera perdida. En esta fase sus
tramas se hacen mucho más complejas, con sentidos multívocos, escenificación de
procesos psicológicos. Incluso la forma en díptico de Carretera perdida y de Mulholland
Drive plasma simbólicamente las dos alas de algunos tipos de banda de
Möbius o el signo del infinito.
En Carretera
perdida Lynch dobló el tiempo para fundir sus extremos, hasta el punto de
confundir el principio y el final en un circuito cerrado y eterno, dos momentos
de universos paralelos coincidiendo en el plano, en los que el mismo personaje
llama por el interfono de una casa y se responde a sí mismo, el Fred que dice
la frase «Dick Laurent ha muerto» por el interfono,
con el Fred que lo escucha en el interior de la casa,
dos avatares de la misma persona (la manera lógica de leerlo consiste en que no se trata del mismo momento, pero la película invita a la supresión de la lógica). La forma de concebir la temporalidad más adecuada a una pirueta semejante sería la cíclica, un bucle temporal de circuito cerrado que conforma una variante siniestra de la idea del eterno retorno.
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