Esperit de la missatgeria

«Había comenzado el período de Siva el Restaurador. La restauración de todo lo que hemos perdido», Philip K. Dick, Valis.

viernes, 27 de enero de 2012

Mirar las formas eternas (2/2)

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Sin embargo, ése no es el secreto de Las Meninas –ni del Greco. La diferencia entre estos artistas y otros que pudieran emitir mensajes similares se halla en cómo logran plasmar visualmente lo que pretenden, incitando a un diálogo con el espectador que lo transforme, de igual manera que un receptor creativo engrandece la obra. ¿O no cambió el Quijote tras interpretarlo los románticos o la Generación del 98? O en el caso del propio Greco: ¿no lo enriquecieron, matizaron y expandieron las lecturas de Picasso o de Cossio?
Una gran obra amplia la mentalidad del espectador. ¿Y cómo puede darse tal ensanchamiento? Porque dicho así, sin justificarlo, podría parecer otra muestra más de pensamiento bienintencionado pero banal. Sin embargo, no se trata de eso; de hecho, dos de las pruebas más rotundas de la interrelación figuras-espectador se da en los dos lienzos a estudio: los personajes salen de la superficie del cuadro, buscan intuitivamente al receptor en el lugar ideal en que se debería de encontrar, sus miradas delatándoles; se comprueba en algunas de las efigies naturalistas del Entierro del conde de Orgaz, incluso el paje que interpela directamente al espectador con el dedo. Su presencia deviene fundamental, puesto que es él quien aporta el elemento más concluyente de diálogo con el público; en apariencia recuerda la lección escondida en el cuadro, pero al mismo tiempo aporta dicha complejidad estructural clave, al crear la referida fusión de planos entre la obra y el espectador, enriqueciéndolos a ambos con ello. Sin el paje y su exhortación la composición de los ejes horizontal-vertical-semicircular sería igual de buena pero el espacio de la obra no se habría dilatado hacia fuera, uniéndose con el del espectador, ficción y realidad entremezclándose.
Ese efecto de interpelación todavía se ve incrementado en Velázquez aunque expuesto con mayor sutileza, miradas ladeadas, interrogativas, focalizadas en el lugar en el que deberían de hallarse los monarcas a juzgar por el reflejo, pero donde en realidad nos hallamos nosotros. ¿Cabe mejor consideración de un pintor hacia su público que igualarlo con el matrimonio más poderoso del momento? Con una estructura de muñecas rusas, Las Meninas propone un juego de reflejos potencialmente infinitos; así, se trata de un cuadro en el que se retrata la creación de otro cuadro, con lienzos representados en las paredes que acumulan sentidos sobre el significado de la obra y que amplían el espacio retratado, incluso con el truco del espejo, con el colofón de la apertura de un nuevo ámbito con el aposentador, un umbral que invita a imaginar más y más territorios desconocidos. Con esa riqueza Velázquez se parangonó al Cervantes del Quijote y sus continuos juegos de ficción, en que la novela es una traducción de un escritor árabe a su vez interpretado por Cervantes, con cuentos y episodios intercalados –más el apócrifo que modifica el destino final del trayecto quijotesco. Con todo ello, los límites entre lo narrado, la autoría, lo real y lo ficticio se diluyen. ¿Dónde queda el cuadro, dónde el referente empírico y, sobre todo, qué sucede en el espacio intermedio entre ambos? Como ya apuntamos en la reseña del ensayo de Brown: ¿quién mira a los personajes, los monarcas o nosotros? Aún más: ¿somos nosotros los que miramos a las figuras o son ellas las que nos escrutan a nosotros?
Además de elucubrar respuestas precarias, podemos seguir admirando las misteriosas y eternas formas de los maestros.

miércoles, 25 de enero de 2012

Mirar las formas eternas (1/2)

A propòsit de El entierro del Conde de Orgaz, del Greco, analitzat en un assaig de Sarah Schroth (recollit a Visiones del pensamiento, Ed. Alianza) i Las Meninas, de Velázquez, analitzat per Jonathan Brown (recollit a Escritos completos sobre Velázquez, Ed. Centro de Estudios Europa Hispánica)



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Esa elección de centrarse en la formalidad, en la faceta visible por expresarlo en términos más en boga –aunque un tanto antipáticos– no es la opción escogida ni por Schroth ni por Brown. Claro que una lectura formal no anula las que exponen razones históricas o establecen filiaciones artísticas, sino que las complementan, aportando un enfoque visual a sumar a las informaciones textuales. Los dos historiadores prefieren explicar o bien los antecedentes históricos que dan lugar a la obra, como hace Schroth, quien explica la historia de Gonzalo Ruiz o las disputas entre el pueblo de Orgaz y Núñez, o las diversas teorías propuestas por historiadores del arte intentando comprender la fascinación suscitada por Las Meninas, en el caso de Brown. Constituyen ensayos de primer orden para quien desee un buen conocimiento de la historia del arte, todavía más, ejemplares para quien se proponga aprender el oficio.
Ahora bien, ambos privilegian la información histórica o bibliográfica (el discurso verbal) por encima de lo que se ve en los lienzos, de manera que apuntar alguno de esos elementos puede servir para complementar a ambos historiadores. En este sentido, ambos cuadros comparten alguna característica, como el ánimo ilusionista que pretende fundir el espacio pictórico con su referente empírico: en Las Meninas el aposento, ¿extensión pictórica del lugar al que iba a ser destinado el cuadro originariamente, tal y como se han planteado algunos?; en el segmento inferior del lienzo del Greco el retrato de muchos conciudadanos. Los dos cuadros tenían una pretensión mimética de diluir las separaciones entre las dos esferas y vincular lo ficticio con lo empírico, trascendiendo ambos límites, desdoblando la pared retratada hacia el interior y al tiempo lanzándose hacia fuera, creando un nuevo espacio ficticio-real que ampliara la perspectiva del espectador con el juego planteado.
Si se reflexiona a propósito de lo formal pictórico no se puede eludir la figura del Greco. Destaca como uno de los gigantes del canon occidental en lo compositivo, puro dominio de las formas geométricas subyacentes en lo figurado; no extraña que Der Blaue Reiter lo tomara como uno de sus referentes. Formas helicoidales como en la Inmaculada concepción, piramidales como en La Virgen de la misericordia, romboidales... Eso por no citar obras que componen formas más enrevesadas. Cada obra del Greco descuella como una lección de cómo situar las figuras para generar el movimiento y la dirección más adecuados a su propósito. El Entierro del Conde de Orgaz constituye uno de sus mejores exponentes de esa virtud.
Los dos ejes de disputa en el cuadro ya se ven condicionados por el soporte. Así, la estructura del lienzo, horizontal en la base pero semiesférica por arriba se ajusta a lo pretendido. Los dos planos del cuadro tienen su traslación simbólica en la posición de las figuras: el ámbito realista abajo, con el friso de retratos; ante el plano de dominio horizontal inferior se presenta el superior semicircular, que parte del foco Dios-Cristo, del cual se proyectan hacia el exterior círculos concéntricos constituidos por apóstoles, santos, profetas y ángeles. Esos dos segmentos se unen con la transición del ángel que eleva el alma del difunto a las altas esferas, creando un eje vertical que pone en contacto la horizontal terrestre de lo físico y la esfera divina de lo espiritual. ¿Alguien puede poner en duda el neoplatonismo del Greco? El Entierro del conde de Orgaz plasma visualmente ese marco. ¿Cómo no iban a tenerlo presente en sus estudios los autores de la primera abstracción?
Para continuar reflexionando con el bagaje aportado por la hermenéutica, el postestructuralismo o la teoría de la recepción, hay que apuntar aún a otro de los conceptos preferidos del periodo: el horizonte de expectativas, puesto que uno de los grandes secretos de la fuerza de ambos cuadros, de su misterio, se halla precisamente en la ruptura del horizonte de un espectador prototípico. La tradición cultural mayoritaria ha enseñado al público a esperar la resolución del enigma del sentido de una obra mediante un mensaje nítido y verbalmente expresable. Aguarda una respuesta (que cómodamente le ofrecerá la audioguía o el connoisseur estrella), solución al acertijo, ya sea que implique una apología del arte, un enaltecimiento social de la figura del pintor, una propuesta política de regencia de la infanta, o cualquier otra teoría que se pueda concebir más o menos ajustada e incardinada en la obra.
(...)

lunes, 23 de enero de 2012

Bogardisme poètic



Els amics de la Penya Bogarde m’han honrat dedicant-me un poema que emula aquell de Rafael Alberti i Platko. Diu així:
Colossal Missatger,
veu en off del blog,
espectre sideral,
home alt i capfoguer,
domini lluminós,
sageta al vent,
calma i repòs,
serenitat i liquidesa,
rubí i maragda.
Oh Missatger!
Reialme del bé i la pau,
font de les entranyes,
cor batent que marca
el ritme de les ones.
Alt i robust,
home de mar,
home de bosc.
Que el teu missatge,
missatger,
arreli en tots
els confins de la terra.

Força i esclata can Bogarde.
Que reculin els botxins
que el món ja no és seu.
Pas ferm i via oberta
als que estimen la capa
de la terra erma
i el foc a la riuada.
Volcà que fumeja,
closca que es tanca,
cigar que es fuma.
Colossal Missatger,
veu de la riada.
Escuma i sorra,
molsa i falguera.
Vagi endavant,
bandera,
vagi endavant
Missatger de la terra.

Poema amb classe messiniana per a una penya que fa bandera dels Bogarde de la vida, tant menystinguts per la incultura de la operación triunfo de la nostra societat. Llarga vida a la penya més extravagant, imaginativa i riallera d’un football cada vegada menys proletari.

Moltes mercés, benvolguts amics, habitants de dimensions desconegudes.

Ens continuarem trobant en somnis d’universos paral·lels, malsons per als súbdits del pensament únic totalitari.

Salut!

martes, 17 de enero de 2012

Mad Max com encarnació de l'especulador financer


Mad Max 2 formaria part d’un imaginari fantàstic que va néixer amb la crisi del petroli als anys setanta. D’una manera molt més forta en la segona part que en la inicial, s’inscriuria dins la paranoia col•lectiva suscitada per la por a la manca de fonts energètiques, por exacerbada per aquella crisi. Si a la primera part l’escenari encara es podia reconèixer comparant-lo amb la societat referencial del seu moment, a la segona el món retratat ja entrava dintre dels llocs comuns d’allò apocalíptic tal i com l’ha imaginat la societat de consum, amb una estètica que devia tant al sadomasoquisme com al punk –per exemple, en la figura d’Humungous, capità de les forces del caos, personatge entre lluitador de Wrestling i sadomasoquista.

(la veu no es correspón a la del film)
Per aquella època el neoliberalisme social estava creixent i mostrava les seves credencials, traduïdes al cinema com una continuació de les pautes clàssiques del sistema de Hollywood (cinema d’acció, un heroi individualista i poc comunicatiu, amb els punys com a eina de diàleg), un entorn de caos econòmic definitiu, la importància de la possessió dels recursos per a controlar a la resta de població, l’anti-ètica de l’home com a llop de l’home, el poder de les fascinants armes, l’estètica de la violència... concretat en la figura del tauró de les finances. Molts d’aquest elements apareixen a Mad Max i van aparèixer d’una manera o d’una altra a bona part del cinema comercial posterior, portat al paroxisme durant l’era blockbuster.
Un personatge es mou per aquest món desolat amb destresa violenta, Mad Max, protagonista de la funció, transposició de la ideologia del tauró a la pantalla. Es tracta d’un antiheroi que s’alimenta amb llaunes de menjar per a gos, personificació dels anti-valors del nou règim político-econòmic que prenia l’hegemonia just durant l’estrena del film, l’any 81. Vestit de cuir negre, ben musculat per fer palesa la seva força bruta gràcies a la qual imposar la seva voluntat, Mad Max actua com un tauró financer taciturn i expeditiu que vol acaparar en propi benefici. No hi ha cap grandesa en aquest Max.

Però contradictòriament, l’home malcarat i agressiu, els punys del qual són la seva eina de comunicació, es revela com un apologista de la legalitat, algú que creu que la moral social es basa en el contracte; de fet, el boig d’en Max es passa mitja pel•lícula exigint el compliment d’uns contractes amb la gent de la perforadora, contractes que nous esdeveniments anul•len; amb tot, ell segueix insistint en la legalitat dels seus tractes. El contracte constitueix l’intercanvi social bàsic a l’era Reagan, amb les sales de justícia com santuaris de la nova religió on dirimir les diferències.
Com en qualsevol narració mítica, que segueix el trajecte de l’heroi, tal i com va sintetitzar en Joseph Campbell, també en Max sembla perdre-ho tot, hi ha de tornar al campament dels bons obligat per les circumstàncies, per enfrontar-se a Humungous. D’aquesta manera, l’antiheroi protagonista dels nous temps no protegeix a la comunitat per voluntat pròpia sinó per la força abassegadora dels fets. Sense oblidar l’acaparament de les fonts d’energia.
L’antiheroi perfecte per al binomi Reagan-Tatcher.

sábado, 14 de enero de 2012

Kind of blue

Com aconseguia el Greco els blaus ultraterrenals de tants dels seus fons, especialment a la seva darrera etapa? Quina combinació química explica aquesta meravella celestial? Perquè és un blau que solament es troba en els seus quadres.
I entre tots, el de Sant Maurici i el pidolaire destaca com un llampec de firmament condensat darrera les figures, envoltant-les i transportant-les alhora a una esfera més subtil de la existència, però a la vegada tota l’escena situada ben arran de la terra, portada al present del pintor.
Un decorat terrestre que es veu entre les peülles del cavall i que anticipa a Cezanne.
I amb tot això, com va obtenir el Greco aquest blau? I com Miles Davis, per altres camins i amb altres objectius, va aconseguir un altre tipus de blau tan personal? Blue in Green, a kind of blue.

martes, 10 de enero de 2012

Una instantània del present




El expolio: una instantània de la situació mundial més actual pintada pel Greco cap al 1580.
La pràctica político-econòmica perversa que porta els recursos de la base de la piràmide social cap a la cúspide. Des de l’any 1975, les diferències entre els dos pols de la piràmide han augmentat, quan durant els cinquanta anys anterior s'havien reduït.
Un expoli mundial per a una societat cada cop més fragmentada i enfrontada.

Sort tenim de l'art...

jueves, 5 de enero de 2012

Caimán

Ja ha sortit a la venta la revista Caimán, Cuadernos de cine (http://www.caimanediciones.es/index.html), hereva, o nova versió de la versió castellana de Cahiers du cinéma. Es tracta d’una revista per a tots aquells que no solament van a veure pel·lícules sinó que volen reflexionar sobre el cinema –i en conseqüència sobre l’art.
La millor revista de cinema al parer de la missatgeria, amb signatures com en Carlos Losilla, en Gonzalo de Lucas, l'Àngel Quintana o en Carlos F. Heredero, director de la publicació, i sota un consell editorial on s'hi troben vaques sagrades de la qüestió com en Santos Zunzunegui, en Romà Gubern o en Jordi Balló.


A la missatgeria no tenim costum de fer el llepa tan explícitament però és que Caimán, Cuadernos de cine paga la pena.